COMO PRESENTAR NUESTRO PROYECTO DE FINANCIACIÓN ANTE EL BANCO

Definición del plan de negocio

Lo primero que debemos plantearnos es si nuestro negocio es necesario, si hay mercado para ello. Y, a continuación desarrollar un “argumento sólido y contrastable” en su defensa.

Tanto si se trata de una pyme que busca circulante para mantener viva su actividad, crédito para adquirir maquinaria o iniciar un nuevo proyecto; de un autónomo conocedor del negocio que necesita financiación o de un emprendedor que se embarca por primera vez en el mundo de los negocios, el banco tendrá siempre la misma exigencia. Hay que definir al máximo las características del negocio y justificar con detalle la necesidad de financiación. “El plan de inversión debe especificar para qué se pide el dinero, si es para comprar una máquina o para disponer de tesorería con la que pagar sueldos. Ha de detallar de dónde saldrá el dinero para hacer frente al crédito, con previsiones coherentes y creíbles.

La gestión y la experiencia

Para combatir el escepticismo del empleado de banca, el pequeño empresario debe hacer valer su experiencia y el rigor en la gestión de su negocio. Y no tendrá por tanto las mismas posibilidades quien, por ejemplo, lleve gestionando una peluquería desde hace décadas que quien se plantea abrir por primera vez un establecimiento de este tipo, con el argumento de una larga experiencia laboral que, en cambio, no esté acompañada también de experiencia en la gestión.

Cómo negociar las condiciones

Una vez definidas de forma sólida las necesidades financieras del negocio, no debemos negociar la cuantía que planteamos sino las condiciones, es decir, tipo de interés, plazos, avales

El filtro bancario es extremadamente exigente. Hay que pasar el examen de demostrar ante el banco la capacidad para gestionar dinero –lo que requiere una trayectoria previa, obstáculo por tanto para los emprendedores– y de concretar con argumentos sólidos la cantidad y la finalidad del crédito.

Los avales

La obtención de un aval no es garantía infalible de lograr el crédito del banco, pero bien puede ser el elemento definitivo para conseguirlo. Pymes y autónomos pueden recurrir a las sociedades de garantía recíproca, entidades que sin ser bancos –no captan depósitos ni prestan dinero– actúan como garantes de financiación, asumiendo los riesgos de crédito. Se convierten en intermediarios entre el pequeño empresario y la entidad financiera, que se libera por tanto de tener que prever provisiones y a la que, en cierto modo, le dan la tarea hecha.

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